«A fin que os conduzcais honradamenta para con los de afuera y no tengais necesidad de nada.»
Dios quiere que nuestro estilo de vida gane el respeto de los que nos rodean y también que nuestras necesidades estén suplidas.
Ganar el pan con el sudor del rostro fue la consecuencia cuando el hombre decidió darle la espalda a Su Creador. Jesús vino y se entregó para que nos reconciliemos con Dios y nos enseñó a pedir el pan nuestro de cada día a nuestro Padre amoroso. ¿Significa que no tenemos que hacer nada, que no hay que trabajar?
Cuando Dios creó al hombre le dio todo lo necesario para su sostenmiento y también lo puso en el huerto del Edén para que lo labrara y lo guardase. Fuimos creados para trabajar en lo que Dios da. Este es el consejo que el apóstol Pablo da: «Que procuréis tener tranquilidad y ocuparos en vuestros negocios y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado.» Y añade en Efesios el propósito del trabajo: «El que hurtaba, no hurte más, trabaje con sus manos haciendo lo que es bueno para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.»
Cuando nos entregamos a seguir a Jesús, trabajar y ganar el sustento deja de ser una fuente de estres y ansiedad, se convierte en un regalo de Dios y un medio para ayudar a otros en sus necesidades.
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